El momento, a nivel profesional y humano, es muy bueno... excelente, diría yo. Estoy trabajando mucho y muy bien. La gente sale contenta de los conciertos y la banda que me acompaña está sonando muy bien. Es una época buena a todos los niveles, también personal. Si yo no me encuentro bien como persona, eso se nota.
En algunas épocas, sí. Ahora está siendo un punto álgido, un máximo que no sé dónde tiene la cresta. Creo que lo mejor está por llegar. Me quedan grandes cosas que hacer. No estoy al cien por cien pero voy camino de él.
Ha aportado lo suyo, claro. Volver a encontrarte con esos temas ha sido un reto muy grande para mí. Son canciones que exigen una gran carga de ánimo para llevarlos a buen puerto. He tenido que hacer un ejercicio importante para enfrentarme al repertorio.
Las cosas son de otra manera. Has evolucionado, han pasado los años… Nunca llegas a renegar de aquello pero sí es cierto que son canciones que forman parte de un momento de tu vida que queda muy lejos. Esta gira con Nacha me ha venido a confirmar que algunos temas que están muy manidos han conservado, a pesar de ello, toda su carga comunicativa y emocional. Es una forma de confirmar que son canciones atemporales.
A mí me gusta recordar muchas cosas porque tengo la cabeza llena de recuerdos muy buenos, aunque también he padecido momentos muy malos. Me gusta recordar los buenos recuerdos y recrearlos… pero hasta cierto punto, guardando las distancias, de manera que no te afecten al presente. Sólo me gusta recordar con alegría.
¿Con qué se queda de aquellos 80 de eclosión y libertad artística?
Con la capacidad que había para realizar las ideas. Era pensar en algo y en seguida se podía conseguir. Había una infraestructura en el mercado que lo permitía. Se estaba un poco por la labor de buscar nuevas cosas. Ahora es todo muy distinto. Me quedo con ese grado de complicidad que había entre los creadores y los que tenían el poder para transmitir esas creaciones.
Creo que es buena porque los que lo hacen son jóvenes con ilusión. Lo malo es que se vive un momento difícil en el que es muy complicado abrirse camino, tanto en el pop como en el resto de estilos. La música bien hecha es la que tiene que salir a la luz y prevalecer… es la que escribe la historia. Tengo la tranquilidad de que la juventud siempre va a derrotar al enquilosamiento y el agarrotamiento. Es una batalla difícil que no tendría que ser así. Los jóvenes no tendrían que luchar tanto para abrirse hueco.
No tengo un método rígido. Me pongo a tocar y van saliendo las ideas, algunas cosas que te van gustando… Luego vas trabajando en ello, le vas dando forma, sea canción o no. A veces tenemos en la cabeza un esquema demasiado rígido de la canción, en su estructura más esquemática. Intento huir de eso desde que empecé. Hubo un momento en el que descubrí que la música tenía muchas formas.
Ya no pienso tanto en el concepto de canción, sino en el de pieza u obra musical. Es una forma de ir incorporando elementos, de que las canciones vayan más allá y de no repetirme. Si haces canciones, corres el riesgo de repetirte, aunque esa repetición no sea reprobable porque sólo es una forma de trabajar. Pero a mí me horroriza repetirme… me da miedo. Intento sorprender en cada nueva canción.
No tengo mucho tiempo pero me gusta seguir escuchando los discos de los que aprendí y que todavía me siguen sorprendiendo. Comulgo sobre todo con la música de los años 70 y los primeros 80.
He ido muy pocas veces. Es de los sitios en los que menos he actuado. Recuerdo que fuimos a un concierto en un campo de fútbol, en el que actuaba Miguel Ríos, pero de eso hace mucho. También hemos estado alguna vez con Nacha Pop.
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