'Me gané a los fans de Bob Dylan'
Huyendo de los estereotipos, El Rock de la Urbe cambió de rumbo para reunirse con Pedro Javier Hermosilla. Este barcelonés, que fue el encargado de abrir los conciertos de la gira de Bob Dylan por España el año pasado, vuelve a la carga con ‘Nada se escapa’, un cuarto disco con el que estrena discográfica y recupera músicos y sonidos del pasado. Raúl Cosano y un servidor se sentaron con él para charlar de música, bares, Estados Unidos…
¿Vuelve a los orígenes?
Quería poner en un disco el tipo de sonido e instrumentación que hacía en los clubes de Barcelona hace 14 años. En el 94 decidí dedicarme a la música y recupero a la banda de entonces. Quería salir de la compañía en la que estaba y hacer las cosas de otra manera. Primero grabé el disco y luego he buscado la mejor manera de sacarlo.
¿A qué suena?
Un poco a los 70. Lo hemos grabado casi todo en analógico. Suena clásico, con un concepto de banda, de club. Dice Einstein que se debe hacer todo tan sencillo como sea posible pero no más sencillo. Ése es el espíritu del disco. Es un disco muy mío pero para nada es intimista. Creo que es un disco muy comercial, aunque las radiofórmulas no lo crean así.
Se nota la huella del viaje, la experiencia.
Intento rescatar cualquier cosa que me ocurra o que me cuenten. Las dos últimas giras que hice y los viajes a Estados Unidos me dieron muchos elementos para escribir. Pero hay canciones en las que hablo de mi barrio o de mi hija, más que para dedicarle, para cantarle a ella porque una canción no tiene la mínima importancia comparado con tener un hijo.
¿Las canciones salen rápido o las va componiendo a través del tiempo?
No soy de los que rápidamente escriben y dejan lo primero que les sale. Le doy muchas vueltas a las cosas. Me dejo llevar por el momento y no tengo un método. Los que componemos somos sólo un vehículo de la música.
Se mete de lleno en la música, huyendo de la figura del cantautor clásico.
Nunca he sido un cantautor, tal y como lo entendemos aquí. Si he tocado la guitarra, ha sido porque estaba obligado al no poder ir con banda. A mí me gusta mucho la tecnología, jugar con las máquinas y hacer de ingeniero. Mucha gente presume de haber coproducido su disco y seguramente no saben ni abrir una sesión del protools. Uno se cansa de ver cómo de repente alguien se cuelga una guitarra para salir en la foto.
¿Cómo fue el salto a Estados Unidos?
Es el mismo concepto que el de tocar en los bares aquí. Hay otros artistas que venden muchos discos y están en multinacionales que van allí a abrir mercado. En mi caso no ha sido así. Me llamó un músico americano que vive en Barcelona, cogí mi mochila y me fui para allá, a high school, auditorios y clubes. Todo eso es autoconseguido.
El año pasado giró con Bob Dylan. ¿Cómo le fue?
Me trataron muy bien. Estuve con todo su staff técnico. Ellos me sonorizaban y viajábamos juntos. Con Dylan sólo me crucé una vez. Fue en una prueba de sonido. Me saludó y dijo: ‘Nice to meet you’. Recuerdo que en el último concierto toda la banda de Dylan me hico el pasillo para salir al escenario. Hubo días mejores y peores porque ya se sabe que los dylanitas son muy especiales.
¿Vuelve a los orígenes?
Quería poner en un disco el tipo de sonido e instrumentación que hacía en los clubes de Barcelona hace 14 años. En el 94 decidí dedicarme a la música y recupero a la banda de entonces. Quería salir de la compañía en la que estaba y hacer las cosas de otra manera. Primero grabé el disco y luego he buscado la mejor manera de sacarlo.
¿A qué suena?
Un poco a los 70. Lo hemos grabado casi todo en analógico. Suena clásico, con un concepto de banda, de club. Dice Einstein que se debe hacer todo tan sencillo como sea posible pero no más sencillo. Ése es el espíritu del disco. Es un disco muy mío pero para nada es intimista. Creo que es un disco muy comercial, aunque las radiofórmulas no lo crean así.
Se nota la huella del viaje, la experiencia.
Intento rescatar cualquier cosa que me ocurra o que me cuenten. Las dos últimas giras que hice y los viajes a Estados Unidos me dieron muchos elementos para escribir. Pero hay canciones en las que hablo de mi barrio o de mi hija, más que para dedicarle, para cantarle a ella porque una canción no tiene la mínima importancia comparado con tener un hijo.
¿Las canciones salen rápido o las va componiendo a través del tiempo?
No soy de los que rápidamente escriben y dejan lo primero que les sale. Le doy muchas vueltas a las cosas. Me dejo llevar por el momento y no tengo un método. Los que componemos somos sólo un vehículo de la música.
Se mete de lleno en la música, huyendo de la figura del cantautor clásico.
Nunca he sido un cantautor, tal y como lo entendemos aquí. Si he tocado la guitarra, ha sido porque estaba obligado al no poder ir con banda. A mí me gusta mucho la tecnología, jugar con las máquinas y hacer de ingeniero. Mucha gente presume de haber coproducido su disco y seguramente no saben ni abrir una sesión del protools. Uno se cansa de ver cómo de repente alguien se cuelga una guitarra para salir en la foto.
¿Cómo fue el salto a Estados Unidos?
Es el mismo concepto que el de tocar en los bares aquí. Hay otros artistas que venden muchos discos y están en multinacionales que van allí a abrir mercado. En mi caso no ha sido así. Me llamó un músico americano que vive en Barcelona, cogí mi mochila y me fui para allá, a high school, auditorios y clubes. Todo eso es autoconseguido.
El año pasado giró con Bob Dylan. ¿Cómo le fue?
Me trataron muy bien. Estuve con todo su staff técnico. Ellos me sonorizaban y viajábamos juntos. Con Dylan sólo me crucé una vez. Fue en una prueba de sonido. Me saludó y dijo: ‘Nice to meet you’. Recuerdo que en el último concierto toda la banda de Dylan me hico el pasillo para salir al escenario. Hubo días mejores y peores porque ya se sabe que los dylanitas son muy especiales.
¿Es difícil telonear a uno de los más grandes de la música?
El primer concierto fue en Andorra y el respeto fue absoluto. En otros sitios, a los fans españoles de Dylan el telonero les sobra. Pero fue simpático. Las tres primeras filas me metían mucha caña y al final acabaron cantando mis temas, haciéndome colegas y diciéndome que me iban a echar de menos, que era el mejor telonero de Dylan desde el 92. Me acabé ganando a ese público. Ése es el oficio de salir solo con una guitarra ¡y de día! porque era telonero. Todo eso te sigue curtiendo. Es un máster acelerado de este oficio que mucha gente se pierde porque va por otra vía más rápida.
El primer concierto fue en Andorra y el respeto fue absoluto. En otros sitios, a los fans españoles de Dylan el telonero les sobra. Pero fue simpático. Las tres primeras filas me metían mucha caña y al final acabaron cantando mis temas, haciéndome colegas y diciéndome que me iban a echar de menos, que era el mejor telonero de Dylan desde el 92. Me acabé ganando a ese público. Ése es el oficio de salir solo con una guitarra ¡y de día! porque era telonero. Todo eso te sigue curtiendo. Es un máster acelerado de este oficio que mucha gente se pierde porque va por otra vía más rápida.
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