El Barón remonta el vuelo

Puede parecer una locura o un acto propio de un fan enfervorecido. Desplazarse desde Tarragona hasta A Coruña para ver en directo a Barón Rojo tiene miga. A simple vista, son más de 1.000 kilómetros y catorce horas en tren. Pero la ocasión lo merecía. Era mi oportunidad de ver en vivo a la formación original de la banda. Armando y Carlos de Castro, José Luis Campuzano ‘Sherpa’ y Hermes Calabria se han vuelto a unir 21 años después para conmemorar su trigésimo aniversario. Y no me lo podía perder. Me enfundé mi camiseta de los ‘Barones’ –que me compré la primera vez que los vi en directo, en 2002– y me crucé el norte de España (bien acompañado, eso sí) de punta a punta.

La cita era en el Coliseum coruñés. El concierto comenzaba a las 22.30 horas, pero nos plantamos allí una hora antes. El cosquilleo que recorría mi estómago desde que pisamos tierras gallegas me impedía estar más tiempo en el hotel (que por cierto, reservamos cuidadosamente al lado de la sala), así que sin cenar y con paso ligero nos pusimos en marcha. Fuimos de los primeros en llegar y, así, pudimos hacernos un hueco en las primeras filas. Por allí andaban Rafa Díaz y Gorka Alegre, batería y bajista de la última formación de Barón Rojo. El recinto se llenó en menos de media hora, con más de 5.000 personas. De hecho, la organización tuvo que ampliar el aforo ante la gran demanda de entradas que hubo los días previos.


Con una puntualidad inglesa (algo se les debió pegar tras conquistar del Reino Unido con su álbum Volumen Brutal a principios de los años 80), los cuatro ‘Barones’ desenfundaron sus instrumentos. Los primeros en salir fueron los hermanos De Castro. Después apareció Sherpa, el más aclamado de la noche, y empezó a sonar ‘Concierto para ellos’. La emoción invadió el Coliseum y se escapó más de una lágrima. “Son ellos de verdad”, comentaba un joven que saltaba en las primeras filas. En ese momento me di cuenta de que estaba viviendo algo especial. El viaje había merecido la pena.


La banda arrancó con fuerza: ‘Tierra de vándalos’, ‘Campo de concentración’, ‘El malo’, ‘Las flores del mal’... El cuarteto había aparcado definitivamente sus diferencias y la complicidad sobre el escenario era máxima. Se notaba que tenían ganas de tocar. Y el público se contagió de esa energía. La actuación se alargó hasta las tres horas, con tres bises incluidos. “Ya hemos tocado todo el repertorio”, afirmó Sherpa, muy hablador durante toda la noche. Los asistentes, por si acaso, no se movieron de sus sitios hasta que no se encendieron las luces. Era la una y media de la madrugada y llevaba más cuatro horas de pie. Pero me hubiera quedado allí escuchando a Barón Rojo el tiempo que hubiese hecho falta. Fue una noche inolvidable.

Comentarios

Javier del Valle ha dicho que…
Yo también disfruté del primer concierto en Madrid. Demostraron porque han llegado a ser un mito del rock español
Javier Díaz Plaza ha dicho que…
Son los mejores. Me lo pasñe en grande. Un saludo, Javier