El Pintor Rock sigue
creciendo. Tras dos ediciones en el pabellón del pueblo Cabra del Camp, este
año se trasladó a la plaza de toros de Tarragona, en el centro de la ciudad.
Durante cerca de catorce horas, diez grupos pasaron por el escenario del festival.
Predominó el punk, aunque también hubo espacio para el rock urbano, el metal y el
ska. Lendakaris muertos, El Último Ke Zierre y Disidencia ejercieron de cabezas
de cartel. El aforo no se llenó, pero entre el público se pudo a ver a Alfredo
Piedrafita de Barricada o Agnés Castaño de Lilith.
El festival arrancó a la
hora de la siesta, a las cuatro de la tarde, con la actuación de Tracción. Ante
los pocos asistentes que habían llegado ya al recinto, la banda mostró su rock
cercano al metal, con canciones rápidas, contundentes y directas y letras reivindicativas
contra los ataques que sufren las clases más débiles. Presentaron su último
disco, ‘Virgen de las tinieblas’, con temas como ‘Zancadillas’, ‘Rocanrol’ o ‘A fuego’.
Juantxo Skalari & La
Rude Band puso la nota más festiva. El
exlider de Skalariak llevó a Tarragona su nuevo proyecto personal, con el que
repasó toda su trayectoria musical: los temas más emblemáticos deSkalariak, ,algunos
más modernos de su etapa en The Kluba o los recogidos en su nuevo disco libro ‘Mensajes,
Anticanciones y Poemas de Kalle’.
Del ska se pasó al rock
urbano más genuino de los riojanos Siencio Absoluto. Era uno de los grupos más
esperados, dado lo poco que se prodigan por Cataluña, más aún después de su
parón de siete años (desde 2005 hasta 2012). No defraudaron. Intercalaron
viejas canciones como ‘Esta es mi historia’ u ‘Oigo campanas’ con otras de su
nuevo disco ‘A puñetazos con los abrazos’, como ‘Sin parar’ o ‘Pétalos en las
trincheras’.
A partir de ahí, el punk rock
cobró casi todo el protagonismo y la plaza de toros empezó a llenarse. Ya
acechaba la noche. Los sevillanos Gérmenes, una de las bandas de moda de la
escena, exhibió un contundente directo, con un sonido afilado, moderno y
repleto de influencias musicales, ska o regae. Sus temas son más largos de lo
que es habitual en el punk (superan los
tres minutos). Tocaron parte de su nuevo trabajo, ‘Game over’, con medios tiempos realmente logrados, como
‘No pudo ser’ o ‘Huele’, y ritmos desbocados, como ’Punk’N’Roll’ o ‘Sangre’.
Envidia kotxina descargó
sus casi veinte años de carrera, con una actuación en la que sobresalieron sus
temas de siempre: ‘Deskiziao’, ‘Malos Pensamientos’ o ‘El País de Alicia’.
Destacó el juego de voces entre Ziku, Aguelo y Txafas y una versión de ‘Barrio
conflictivo’ de Barricada.
El Último ke Zierre usó
la fórmula que le ha encumbrado como uno de los grandes grupos de la escena
punk nacional de las dos últimas décadas. Congregaron a un buen número de
seguidores, que gozaron con trallazos made in EKZ, como ‘Tus bragas’, ‘Altero
mi cuerpo’ o ‘Soldadito español’.
También basaron parte de su repertorio en su último disco, ‘La ruta del miedo’,
con el que siguen repartiendo estopa a diestro y siniestro. Fue una de las
actuaciones más celebradas del festival, ya que posiblemente era la banda con
más tirón.
El plato fuerte, sin
embargo, fueron Lendakaris Muertos. Los navarros estuvieron un punto por encima
del resto de grupos. Ofrecieron un conciertazo, marcado por su punk ortodoxo, gran
velocidad, temas muy cortos, coros continuos y letras irónicas que combinan
humor y crítica para tratar temas sociales y políticos. Tocaron un set list interminable (por amplio), con
temas como ‘Gora España’, ‘El último txakurra’, ‘Fuimos ikastoleros’ o ‘Marido
y mujerta’. Su provocador vocalista Aitor Ibarretxe, que salió con una camiseta
de la selección española, volvió a demostrar que es un auténtico showman: bajó
del escenario varias veces para cantar con el público y no paró de hacer
posturitas.
Disidencia mantuvo el
nivel alto. Los alicantinos, con formación nueva, apelaron a la nostalgia de
sus clásicos: ‘A contracorriente’, ‘Indiferencia’ o ‘Aquí otra vez’.
Musicalmente no enseñaron nada nuevo, pero tiraron de oficio y experiencia con
su rabia y actitud reivindicativa de siempre, tan necesarias en estos momentos.
Cerraron el festival La Raíz y Desakato. Fue el punto y final a más de doce horas ininterrumpidas
de música en directo.
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